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Ginecología y Obstetricia


Cáncer de mama
Hoy en día, una de las causas de mortalidad más importantes en las mujeres de más de cuarenta años es, sin lugar a dudas, el cáncer de mama. Los pechos femeninos son órganos glandulares excepcionalmente ricos en grasas y por ello se ha sugerido que para prevenir el cáncer de mama es de excepcional importancia controlar la calidad y la cantidad de las grasas que se consumen.





Prevención

En los estudios epidemiológicos realizados se observa que la frecuencia de este cáncer varía mucho en función del país y la raza del individuo, observándose por ejemplo que en las zonas urbanas de Finlandia el riesgo es cinco veces mayor que en las zonas rurales de Japón. Una de las causas que se han barajado en estas diferencias es en el consumo de fitoestrógenos. Los estrógenos son las hormonas femeninas por antonomasia; mientras que los fitoestrógenos, como su nombre indica, son hormonas de origen vegetal con similitud química y acción similar a los estrógenos humanos, que pueden unirse a los receptores de estrógenos que tienen las mujeres y de esta manera reducir el riesgo de desarrollo del cáncer mamario. Pues bien, la excreción de fitoestrógenos por la orina (lo cual nos da una idea de la cantidad consumida con la alimentación) es de hasta mil veces mayor en la población rural japonesa que en la del área urbana de Finlandia.

La alimentación vegetariana es un hábito higiénico de máxima importancia en la prevención y control del cáncer mamario, destacando especialmente los productos a base de soja. En un estudio sobre mujeres chinas jóvenes, se observó que las que consumían menos carne y más alimentos a base de soja tenían hasta tres veces menos riesgo de padecer cáncer de mama. Esta diferencia se puede explicar por el alto contenido en fitoestrógenos que tiene esta interesante legumbre. Sin embargo, el efecto antitumoral de la soja parece estar relacionado también con la presencia de unos enzimas denominados 'inhibidores de proteasas' o 'aprotininas', que inhibirían la capacidad de extensión del tumor maligno y que en algunos casos podrían tener un efecto verdaderamente anticancerígeno. Sin embargo, la cocción excesiva de la soja (por encima de 120 °C) provoca una desnaturalización de estos inhibidores de las proteasas y los inactiva. Estos inhibidores de las proteasas están presentes en la mayoría de los alimentos vegetales.

El doctor S. M. O'Meara, de Dublín, explicó la acción de estos inhibidores de la siguiente manera: para que un tumor se desarrolle a distancia (lo que se denomina 'metástasis' o 'diseminación del tumor'), necesita en primer lugar un depósito de fibrina (o trombo de fibrina) que le sirve de lecho y de nutrición para iniciar su crecimiento. El doctor O'Meara había observado que ciertos pacientes sometidos a una anticoagulación con un fármaco denominado warfarina (presente en ciertos vegetales), tenían un riesgo muy reducido de diseminación del cáncer (hasta ocho veces inferior al esperado).

Como apuntábamos antes, la calidad y cantidad de grasas que consumimos es de vital importancia. El consumo de margarinas, grasas parcialmente hidrogenadas (esto es, industrializadas) y el exceso de grasa animal, usualmente de deficiente calidad, provoca una debilidad del sistema inmunitario que favorece el desarrollo del cáncer, especialmente en los órganos excepcionalmente ricos en grasas, como los senos femeninos.

Lactancia materna

Dar de mamar hace que las glándulas mamarias se desarrollen completamente y, en cierto modo, que se limpien de posibles elementos tóxicos o factores productores de cáncer. En ciertas tribus filipinas, en las cuales se tenía la superstición de que la leche del pecho izquierdo era mala, se observó que la incidencia de cáncer en ese pecho era mayor que en el otro. Muchos nódulos están formados por tejido y secreciones glandulares encapsulados, que a la larga pueden malignizarse. La lactancia materna elimina estos residuos de los conductos galactóforos (transportadores de la leche), con lo que disminuye la posibilidad de formación de nódulos mamarios y con ello de cáncer. Además, el cambio hormonal que produce la lactancia comporta una serie de efectos benéficos sobre la madre.

Detección precoz

En los países desarrollados el método de lucha más común es la detección precoz. Toda mujer mayor de 35 años debería hacerse una autoexploración mamaria como mínimo una vez al mes.

La autoexploración se realiza de forma muy sencilla. En primer lugar hay que hacer una palpación con los pechos en busca de nódulos o zonas duras de aparición reciente, teniendo en cuenta que en nueve de cada diez casos no significan ningún problema maligno. También con el torso desnudo y delante de un espejo hay que mirar si ambos pechos son simétricos (en realidad no lo son exactamente en ninguna mujer, pero se trata de recordar su forma e ir evaluando sus modificaciones al cabo del tiempo). Si se produce alguna secreción láctea o con sangre fuera del período de lactancia, habrá que consultar al médico para realizar una exploración más profunda.

Mamografías: cuando el riesgo supera al beneficio

Ultimamente se ha generalizado la realización de mamografías para diagnosticar a tiempo el cáncer de mama. Tan sólo hay que pasarse por un servicio de ginecología hospitalario donde se hagan, para ver que se forman auténticas colas de mujeres preocupadas por el estado de sus pechos. A ello ha contribuido una actitud oficial que confunde salud con la prestación de más y más servicios -una actitud evidentemente más política que sanitaria en la que interesa ofrecer al ciudadano (a las ciudadanas, en este caso) la impresión de que todo está bajo control. En algunos países se recomienda la primera mamografía a los 35 años, incluso aunque la mujer no tenga síntomas de nódulos mamarios sospechosos. La frecuencia de realización después de esta edad es variada y depende de la mentalidad del ginecólogo y la insistencia de la paciente.

Sin embargo, estudios recientes nos vienen a demostrar que el empleo masivo de radiografías sobre la población femenina adulta provoca más riesgos que beneficios.

La nocividad de las radiaciones se mide por dos factores. El primero, por la cantidad de radiación recibida, y el segundo, por la sensibilidad del tejido (la mama es sin duda el tejido más radiosensible en la mujer adulta). La radiación natural nos aporta una media de 80 o 100 miliRems anuales; mientras que una mamografía nos aporta unos 400 o 600 miliRems en una sola toma. Sin embargo, la cantidad de radiación recibida puede sufrir variaciones enormes. Un mamógrafo antiguo irradia hasta cinco veces más que uno moderno y un radiólogo poco avezado puede aumentar un poco más esta radiación, pudiendo incluso alcanzarse la dosis de 3 000 o 4 000 miliRems (equivalente a treinta o cuarenta años de radiación natural). Además, estos datos se refieren a las radiaciones directas sobre los pechos. Hay que tener en cuenta que cualquier exposición radiológica en otra parte del cuerpo provoca una radiación residual en los otros tejidos, como la mama, con la producción de radicales libres que son verdaderos venenos o tóxicos celulares que estimulan el crecimiento canceroso. Por otra parte, aunque hace ya tiempo que se sabe que el efecto de la radiación es acumulativo, parece ser que la nocividad de las radiaciones es mayor si se realizan exposiciones bajas y regulares (como en el caso de las radiografías en general) que con una exposición única de mayor intensidad.

Es sabido que el cáncer de mama, como la mayoría de los cánceres, no es una enfermedad que se deba a una sola causa, pero no deja de ser significativo que en Estados Unidos el aumento de cáncer de mama fuese de tan sólo un uno por ciento anual desde 1940 hasta 1980 y que posteriormente, con la generalización de las mamografías, se haya disparado. Esta circunstancia y otros estudios realizados en Suecia y Canadá han hecho que se haya replanteado el uso de las mamografías con finalidad preventiva o de detección precoz del cáncer de mama.

Según dicen quienes están a favor de las mamografías, el tamaño de un nódulo canceroso observado en una mujer que se somete a mamografías rutinarias se detecta cuando su tamaño es todavía el de una lenteja o un poco más. Si sólo se realizan mamografías esporádicamente, suele ser del tamaño de un guisante. Si se trata de mujeres que se practican el autoexamen mamario pero no se hacen mamografías, el tamaño medio es el de un garbanzo; y si no se realiza ninguna actividad preventiva, el tamaño medio es el de una avellana gruesa. El tamaño es muy importante para realizar una cirugía radical y tratar con más éxito el problema.

Pero veámoslo desde otra perspectiva: una mujer que se realiza mamografías periódicamente tiene mucho más riesgo de padecer un cáncer de mama y, por lo tanto, de que se le diagnostique precozmente. Esto hace que la paciente confíe más en este método de detección, que ha sabido encontrar el cáncer a tiempo, sin sospechar que las mismas exploraciones han aumentado la probabilidad de padecer la enfermedad.

Pero las recomendaciones preventivas están cambiando (aunque aún no en todos los países) y los países más avanzados ya empiezan a cuestionarse seriamente las mamografías. De hecho, ya no se recomienda hacer la primera a los 35 años, sino retrasarla hasta los cincuenta y sólo realizarla antes si hay una sospecha fundada de que un nódulo mamario es maligno. A partir de esta edad, la frecuencia de realización es de cada cinco años si no hay síntomas sospechosos. Si comparamos esto con algunas recomendaciones de realizar una mamografía cada año o dos años a partir de los 35 años, veremos que la diferencia es abismal.

Endometriosis

La endometriosis es posiblemente la causa de dolor crónico más frecuente en las mujeres en edad fértil. La sufre de un ocho a un quince por ciento de la población femenina, por lo que no se trata de una enfermedad rara o poco habitual.

¿Qué es? 

El nombre deriva de 'endometrio', que es la capa interna del útero. El término 'endometriosis' indica la inflamación de la mucosa del endometrio.

Aunque se trata de un trastorno que se conoce desde tiempos inmemoriales, no fue hasta 1940 que el doctor John Sampson la definió como la presencia de tejido de la mucosa uterina situado fuera de su lugar habitual, pero manteniendo las modificaciones hormonales propias de la mucosa uterina.






La mucosa uterina sufre grandes cambios a lo largo del ciclo menstrual: en la ovulación se encuentra en su máxima proliferación para permitir el anidamiento del óvulo, en caso de que éste sea fecundado; después de la ovulación se sigue engrosando hasta el momento de la menstruación, en que se desprende y elimina, reiniciándose nuevamente el ciclo. La mucosa uterina varía de grosor y de masa en las diversas fases del ciclo menstrual, y debe ser eliminada al final del ciclo. La problemática de la endometriosis es que este tejido situado fuera de lugar no tiene vía de salida y por lo tanto no puede eliminarse. La sangre y el tejido que normalmente se eliminan con la menstruación van a parar a órganos internos, donde produce reacciones de inflamación, adhesiones y tejido de cicatrización.

La localización de estas placas de mucosa uterina suele ser por toda el área pélvica y abdominal, pero se han dado casos de implantaciones de mucosa uterina en el diafragma, e incluso en las fosas nasales, pero esto es muy improbable y constituye una rareza que sólo merece algún comentario. En la gran mayoría de las mujeres, la endometriosis tiene una localización exclusivamente pélvica. La exploración con laparoscopia (abdominal) nos permite observar pequeños quistes, denominados 'quistes de chocolate'.

Las zonas más afectadas son los ovarios, las trompas, otras zonas del útero, la cavidad posterior del útero o zonas intestinales; menos frecuentes, fuera de la cavidad pélvica, se pueden encontrar zonas de endometriosis en pulmones, brazos, riñones, etc.

La endometriosis es una enfermedad progresiva que puede tener consecuencias importantes sobre la vida, ya que provoca fatiga y cansancio, reduce la calidad de vida y puede afectar a la fertilidad.

La edad de mayor incidencia se sitúa entre los 25 y los 40 años. Así mismo, se ha observado (aunque no es un hecho generalizado) que la endometriosis afecta más a mujeres que tienen reglas más frecuentes (de un intervalo menor a 28 días) y de larga duración (más de una semana).

Síntomas

Los síntomas de la endometriosis son especialmente el dolor pélvico en los días previos o durante la menstruación y la infertilidad. También se puede presentar diarrea, náuseas, vómitos, fatiga, dolor durante las relaciones sexuales (debido a la presencia de placas en la zona de la vagina o el útero que provocan una compresión dolorosa en esta zona) y, en algunos casos, fiebre discreta. El diagnóstico de seguridad casi nunca se realiza porque exige una laparoscopia, que consiste en meter un tubo en el abdomen para explorar su interior, y esta operación puede ser más peligrosa o molesta que la propia enfermedad.

La infertilidad (que no es lo mismo que 'esterilidad') es posiblemente la consecuencia más frecuente de la endometriosis. Se produce por varias razones, pero la principal de ellas es la presencia en el abdomen de zonas de inflamación peritoneal que provocan la secreción de prostanoides. Estas sustancias alteran la formación del cuerpo amarillo en el útero y causan modificaciones en las trompas que pueden impedir la bajada del óvulo. Y con el paso del tiempo es probable que se produzca un problema mecánico, ya que las inflamaciones repetidas en la cavidad pélvica pueden acabar comportando una adhesión a las zonas adyacentes y estas adhesiones, o 'cicatrices', pueden modificar la estructura del útero o de las trompas de Falopio.

Las mujeres con endometriosis leve tienen un treinta por ciento más de dificultades para quedarse embarazadas. Sin embargo, no debemos confundir infertilidad con esterilidad, ya que la primera ocurre cuando no se produce el embarazo pero las condiciones hormonales u orgánicas son correctas, mientras que en la segunda existe un problema definitivo que impide la formación de óvulos viables.

Causas

Existen muchas teorías que tratan de explicar por qué se produce esta enfermedad. Ninguna de ellas es totalmente convincente, pero las expondremos:

Menstruación retrógrada.

La menstruación, o una parte de ella, puede ir en flujo inverso. Las células endometriales que no bajan hacia la vagina, se moverían en sentido inverso implantándose en otros órganos o tejidos.

Teoría vascular-linfática.

Las células endometriales que emigran lo harían a través de vasos y ganglios linfáticos, o bien de pequeños capilares.

Teoría metaplásica.

Muchas células que la mujer tiene desde el momento de su concepción podrían modificarse para formar células endometriales en cualquier lugar del cuerpo. Es decir, que los implantes de endometrio no provendrían del útero, sino de células mucho más primitivas.

Muchos autores afirman que las mujeres expuestas a niveles altos de dioxinas (un veneno potentísimo pero muy distribuido por todo el mundo y que suele estar presente en los insecticidas) tienen una tendencia mayor a sufrir endometriosis.

Tratamiento

Se sabe desde hace tiempo que un embarazo puede curar la endometriosis. De hecho, las placas de mucosa uterina ectópica (situada fuera de su lugar) se mantienen mientras se sigue realizando el ciclo ovulatorio. Sin embargo, cuando la mucosa entra en la fase del embarazo, ésta va reduciendo su tamaño y, en muchas ocasiones, acaba desapareciendo. Ésta es una de las bases de su tratamiento farmacológico, que busca crear una situación hormonal comparable a la del embarazo durante un período de tiempo suficientemente largo (unos nueve meses).

El tratamiento de la endometriosis depende de la intensidad del problema. En un estudio realizado sobre mujeres con endometriosis leve, se observó que la mayoría de ellas (un sesenta por ciento) se curaba espontáneamente tras un embarazo. El embarazo natural sería el primer tratamiento que deberían realizar las mujeres con endometriosis leve, pero sin lugar a dudas ésta no es una solución adecuada para todo el mundo.

Para sustituir el embarazo, se realiza el tratamiento con un derivado de la 7-alfa-etinil-testosterona, que provoca numerosos efectos secundarios, como una cierta masculinización externa, y que además no ofrece ninguna ventaja con respecto al no tratamiento en lo que respecta a la infertilidad. También se utilizan otras hormonas, las GnRH agonistas, que producen un estado de deficiencia hormonal que favorece la desaparición de las placas de endometriosis.

Tratamiento alopático

El tratamiento no naturista es de tipo hormonal. Consiste en simular un embarazo con hormonas y dura de nueve meses a un año y medio, según los síntomas. Este tratamiento consigue secar las placas y se basa en el hecho de que muchas mujeres con endometriosis se han curado espontáneamente de su problema tras uno o dos embarazos. Otros tratamientos naturales irán encaminados al alivio del dolor y a la relajación muscular y nerviosa; sin embargo, son tratamientos puramente sintomáticos que no van a la raíz del problema. Circunstancias como el estreñimiento parecen aumentar las crisis dolorosas de la endometriosis, por lo que también se valorará si es necesario un cambio de dieta.

Tratamiento naturista

Algunas terapias alternativas han demostrado ser eficaces en el tratamiento de las causas o de los síntomas de la endometriosis.

Acupuntura y medicina tradicional china.

Según la medicina tradicional china, la endometriosis se produce por un proceso de estancamiento y de calor, y el tratamiento debe ir dirigido a estimular la movilización de la flema. Los tratamientos con acupuntura son altamente interesantes en el control del dolor. Entre las plantas chinas, cabe citar al dong quai, o angélica de China (Angelica sinensis), que por su acción hormonal y hepática puede ser de interés en el tratamiento a medio plazo de la endometriosis.

Aromaterapia.

Las esencias de plantas pueden ser útiles en el tratamiento del dolor. Se usan aceites esenciales antiespasmódicos, como los de lavanda, neroli, jazmín o manzanilla; aunque no hay que descartar el uso de aceites con acción hormonal como los de ciprés, tuya (deterpenizada) o salvia romana. Sin embargo, estos últimos deberán ser administrados por un profesional porque se deben dar sólo en determinadas fases del ciclo menstrual.

Cataplasmas.

Aplicar fomentos calientes sobre la zona abdominal, entre regla y regla, o cataplasmas de arcilla sobre el bajo vientre, dos o tres noches por semana.

Dietética.

La suplementación también es importante desde un punto de vista dietético. Es interesante el aporte de ácidos grasos de la serie omega-3, presentes en el arenque, el salmón, la caballa, las sardinas y las anchoas (y por lo general en todos los pescados azules). Existen algunas fuentes vegetales de aceites omega-3 interesantes, como el aceite de lino (se debe tomar media cucharadita diaria durante períodos de tres meses seguidos) o el aceite de cártamo (Carthamus tinctorius). Aunque ambos no siempre pueden conseguirse fácilmente, son muy recomendables por su poder terapéutico.

Se recomienda una dieta rica en antioxidantes de origen vegetal, en fibra (presente en las frutas, las verduras y los frutos secos) y ácidos grasos insaturados (frutos secos, aceites vegetales de calidad) y rica también en vitaminas y minerales. Es muy interesante realizar una cura de jugos de frutas, sobre todo de uva negra, pomelo, mango, papaya, piña tropical y melocotón.

Los suplementos minerales como el calcio y el magnesio son también interesantes; el primero ayuda a prevenir la tetania muscular que provoca dolor y el segundo tiene una acción relajante sobre los músculos. El calcio, presente en numerosos alimentos, también se vende en forma de comprimidos. Lo mismo podríamos decir del magnesio, del cual recomendamos tomar, como dosis preventiva, una cápsula o comprimido diario durante quince días al mes (mejor si coinciden con el período doloroso). Como tratamiento del dolor de endometriosis, puede ser útil hacer una toma única de diez cápsulas de magnesio o 5 g de sulfato de magnesio en polvo. Es un excelente relajante muscular, con el único inconveniente de que puede provocar algo de diarrea.

Suplementos dietéticos para la endometriosis

Calcio (por ejemplo en forma de dolomita)
Zinc y selenio
Vitaminas A, B, C, E y magnesio


Fitoterapia.

En el tratamiento de la endometriosis se emplean plantas con propiedades relajantes como el loto, la melisa y la árnica, a dosis homeopáticas.

También se usan plantas reguladoras para regular el ciclo menstrual como la milenrama, la salvia y la angélica. 

Las especies más indicadas en estos casos son las siguientes:

Aceite de borraja (Borago officinalis).
Aceite de onagra (Oenothera biennis).
Hinojo (Foeniculum vulgaris).
Hipérico (Hypericum perforatum).
Lúpulo (Humulus lupulus).
Manzanilla (Anthemis nobilis).
Margarita (Bellis perennis).
Milenrama (Achillea millefolium).


Hidroterapia.

Son recomendables los baños de asiento fríos, si no se tiene la regla, y los baños calientes en el momento de la regla y en las crisis dolorosas.

Técnicas de relajación.

Todas las técnicas alternativas de relajación pueden ser de utilidad en el control del dolor derivado de la endometriosis; así, el biofeedback, el yoga, el rolfing o la osteopatía pueden ayudar en este sentido.

El yoga puede ser muy útil al inducir la relajación muscular y, hasta cierto punto, puede modificar el desequilibrio hormonal.

Visualizaciones.

Se empieza respirando profundamente, sintiendo la respiración en el estómago, y relajando todo el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, para luego visualizar el propio cuerpo en un lugar muy agradable. A continuación se visualizan las células endometriales débiles y confusas (perdidas en un lugar extraño), así como la poderosa legión de células defensivas de nuestro organismo, destruyendo estas células de endometriosis, aliviando el dolor y eliminando todos los desechos celulares. Visualizaremos nuestros órganos internos rosados y móviles, equilibrados hormonalmente y nos imaginaremos llenos de energía. De este modo conseguiremos los objetivos que nos hemos propuesto.

La menstruación

Las alteraciones de la menstruación son enormemente frecuentes entre las mujeres en edad fértil. Lo más frecuente es que no sean de tipo permanente, sino que se presenten de forma esporádica. Se estima que más de la mitad de las mujeres han padecido de una manera más o menos insidiosa un problema de menstruación que les ha obligado a acudir al médico.

Sin embargo, al tratar este tipo de trastornos no siempre se tiene muy claro en qué consisten esas condiciones de normalidad. Cada mujer experimenta sus períodos de manera diferente. Los hay muy frecuentes o muy largos, con saltos de dos o tres ciclos sin regla, o dolorosos. Además, hay mujeres sufridoras que consideran que los dolores son corrientes, mientras que otras por cualquier molestia se alteran y preocupan. Existe entre estos extremos un amplísimo espectro de variantes que hace que muchas mujeres no acudan a buscar ayuda médica debido a que consideran normal lo que posiblemente no lo es, mientras que otras, quizás excesivamente preocupadas, acuden a la consulta del especialista por problemas más intrascendentes. Por otra parte, el pudor y la intimidad hacen que muchas mujeres se sientan incómodas al acudir al médico.

En muchos casos, los más leves, estos problemas son pasajeros y se solucionan con unos cuantos consejos. Ahora bien, si con estas medidas no se solucionan o se alivian muy poco los problemas, quizás es más conveniente hacer una revisión mucho más completa que nos permita salir de dudas (si es que ello es posible) en cuanto al diagnóstico correcto. En la gran mayoría de los casos no es necesario un tratamiento hormonal, que además en los casos leves es, a juicio de muchos especialistas, incluso contraproducente porque contribuye a hacer crónico el problema. Debemos recordar que los hábitos higiénicos de vida (ejercicio, dieta, actitud mental) son sin duda los primeros que deben corregirse y los que pueden ofrecer mejores resultados.

Menstruación y equilibrio hormonal

La menstruación se presenta de una forma cíclica, predominando en cada fase del ciclo menstrual un tipo de hormonas femeninas sobre otras. Las dos principales son la progesterona y los estrógenos, o estradiol, aunque otras como la hormona luteinizante o la foliculoestimulante ejercen un papel modulador o director, como veremos. El ciclo menstrual es, pues, el nombre que se da a estos cambios periódicos, que ocurren por la estrecha interrelación que poseen las diferentes glándulas de secreción interna (que son las que producen las hormonas). El ciclo menstrual comienza a producirse en la pubertad y finaliza en la menopausia; en condiciones normales, comprende alrededor de 28 días. 

Estrógenos.

Cuando la hormona FSH actúa sobre los folículos (los ovarios), éstos empiezan a producir su hormona propia, denominada 'estrógeno' o 'estradiol'. Los estrógenos (en plural porque no se puede considerar que sea exclusivamente una hormona, sino una familia hormonal con diferencias entre sí) son responsables de las características puramente femeninas, como la distribución de la grasa, la maduración más precoz que en los hombres, etc. Los estrógenos provocan además cambios en el moco cervical haciéndolo más penetrable por los espermatozoides y facilitando la fecundación; abren el cuello del útero y lo hacen más flexible, y permiten que el endometrio (mucosa uterina) prolifere, se haga más amplio y se prepare para recibir el óvulo.

Hormona foliculoestimulante (FSH).

Esta hormona no la segregan los ovarios ni el sistema genital femenino, sino la hipófisis o pituitaria, una glándula de pequeño tamaño pero de gran importancia en el equilibrio de todas las hormonas del organismo. La hipófisis segrega ciertas sustancias hormonales que, una vez en la sangre, se distribuyen por todo el cuerpo y estimulan o inhiben las diferentes glándulas (tiroides, paratiroides, suprarrenales, mamas, ovarios, testículos, etc.) y la secreción de sus hormonas específicas. En el caso de los ovarios, la hormona de origen hipofisario se denomina FSH. Una falta de FSH hace que los ovarios no sean estimulados y se produzca una alteración primaria o general de la menstruación. Las alteraciones menstruales de origen hipofisario son tremendamente difíciles de solucionar y con frecuencia son simplemente irresolubles. Durante la primera fase del ciclo, denominada 'fase folicular', existe una mayor cantidad de esta hormona, que presenta el pico máximo en el momento de la ovulación, para descender relativamente en la segunda fase, la luteal.

Hormona luteinizante (LH).

La hormona luteinizante presenta una concentración elevada un par de días después de la ovulación, justo en el inicio de la segunda fase del ciclo, en la luteal. La LH ocasiona el desprendimiento del óvulo, que ya está implantado en la mucosa uterina, o endometrio; al desprenderse el óvulo, se forma una especie de cráter en esta mucosa denominado cuerpo lúteo.

Progesterona.

La progesterona empieza a aumentar sensiblemente durante toda la segunda fase del ciclo. Esta hormona ocasiona una discreta elevación de la temperatura corporal (que sirve como base para calcular los días fértiles o infértiles del ciclo) y espesa el moco cervical, lo que impide el paso de los espermatozoides y la liberación de óvulos por parte del ovario.

Prolactina.

La prolactina es una hormona de tipo sexual, pero no forma parte de este ciclo menstrual que hemos comentado. La prolactina estimula la secreción de leche por las mamas y es bien sabido que la lactancia posee un notable efecto inhibidor de la ovulación (se utilizó como método anticonceptivo en épocas remotas). Ahora bien, hay ciertas mujeres que, sin estar en período de lactancia, presentan niveles de esta hormona inusualmente elevados y una amenorrea más o menos persistente.

Menstruación y equilibrio psíquico

Entre las causas de los trastornos cabe destacar el aspecto psicológico. No en vano, y sin que se ofenda ninguna mujer, el término 'histeria' deriva de histeros ('útero'). Los médicos griegos conocían la estrecha relación entre la mente y el aparato genital (masculino o femenino). En efecto, el sistema genital es el sistema excretorio de las sustancias que desecha el sistema nervioso. A pesar de que una afirmación como ésta pueda parecer chocante, era ampliamente compartida por los médicos clásicos y los naturistas. Quizás debemos entender el concepto de histeria en un sentido más amplio y menos peyorativo que el que tiene la mayoría de la gente. Las mujeres que han recibido tratamiento antidepresivo son más propensas a padecer menorragia y, por otra parte, es más frecuente que las sometan a una histerectomía (extirpación del útero), lo cual nos lleva a un problema que mezcla situaciones personales con defectos estructurales del sistema sanitario y de la manera de practicar la medicina.

Las alteraciones emocionales tienen una influencia notable y decisiva sobre el buen funcionamiento del ciclo menstrual. Todo el mundo sabe que un susto, una emoción, un viaje pesado, la enfermedad en general, etc., pueden interrumpir un ciclo menstrual regular o desordenarlo. Esto nos da la clave de la inmensa importancia que tiene el estado armónico, visto desde el punto de vista psicológico, para mantener el equilibrio hormonal correcto. En Estados Unidos existe una escuela que estudia la psiconeuroinmunología; los estrechos lazos que existen entre la psique y la secreción de hormonas.

El punto clave reside en la estrecha conexión que existe entre el cerebro y las glándulas de secreción interna a través de la hipófisis, una glándula con dos partes diferenciadas: la neurohipófisis (más relacionada con el sistema nervioso central y especialmente con una zona de la base del cerebro denominada 'hipotálamo') y la adenohipófisis (o hipófisis glandular, que segrega directamente hormonas reguladoras a la sangre). Sin embargo, y a pesar de tener dos partes, se trata de una sola glándula con una sola función. El hipotálamo se considera como la zona responsable del 'reloj' del ciclo menstrual.

Ausencia o escasez de menstruación (oligomenorrea)

Se considera que existe amenorrea, ausencia de menstruación, cuando ésta nunca se ha presentado o cuando la falta de regla persiste durante más de seis meses. Se distingue entre amenorreas primarias cuando la mujer no ha tenido nunca la regla y tiene más de quince años y secundarias cuando ésta ha existido previamente. Si la menstruación es muy escasa, se denomina oligomenorrea y las causas suelen ser similares a las de la amenorrea.

Causas. (amenorrea)

Ante un caso de amenorrea lo primero que hay que descartar es evidentemente el embarazo, ya que es la causa sin duda más frecuente y no es ninguna enfermedad. Otra causa normal de la amenorrea es la lactancia. Sin embargo, hay muchas causas que pueden producir una amenorrea verdadera; entre ellas podemos citar el ayuno o la pérdida notable de peso, el ejercicio físico intenso (tal como sucede en muchas deportistas profesionales), diversas enfermedades, la desnutrición, el estrés o la anemia. En muchas chicas deportistas o con una delgadez extrema (como se da en el caso de la anorexia nerviosa), la regla puede retrasarse en su aparición por la escasez de grasa corporal. Se ha de recordar que las hormonas sexuales, como muchas otras, necesitan de la participación de grasas de alta calidad biológica para ser sintetizadas.

Sin embargo, hay un proceso de amenorrea que cada vez es más frecuente: la menopausia adelantada. En ciertos casos, este adelanto de la menopausia se debe a una causa evidente: una intervención quirúrgica en la cual se extirpan la matriz o los ovarios. En estos casos la amenorrea tiene una causa conocida e irreversible. Sin embargo, también puede deberse a una insuficiencia prematura de la función de los ovarios, producida por razones diversas, como la radioterapia (tratamiento de cánceres), la toma durante años de la pastilla anticonceptiva o el uso de otros sistemas anticonceptivos que pueden inflamar la zona genital (especialmente el DIU). Las infecciones genitales de repetición también pueden ayudar a que se presente una menopausia avanzada.

Tratamiento.

El tratamiento de las amenorreas consiste, de manera oficial, en determinar las alteraciones hormonales que se puedan detectar en unos análisis y sustituirlas con fármacos.

En la farmacopea naturista existen unas cuantas plantas, denominadas 'emenagogas', que pueden ser útiles para el tratamiento de la amenorrea. En algunos casos, su uso deberá ser prudente, porque muchas plantas que estimulan la musculatura y la movilidad del útero cuando se administran en dosis correctas, pueden ser incluso abortivas y producir un mayor trastorno del que se pretendía curar en dosis altas. Por ello, sólo podrán emplearse por prescripción médica y habrá que seguir escrupulosamente las indicaciones del especialista. En el caso de que apareciese cualquier trastorno, por pequeño que fuere, habrá que notificárselo.

Menstruación excesiva

La determinación de este trastorno no está demasiado clara. Algunos especialistas afirman que puede hablarse de menorragia cuando se pierden más de 80 cc por cada ciclo. Sin embargo, como se podrá comprender, es realmente muy difícil medir la cantidad de sangre eliminada. Para calcularlo de una manera más práctica, puede decirse que una menstruación es excesiva cuando produce una anemia a corto o medio plazo. Otra forma de valorar la cantidad de menstruación puede ser el número de compresas utilizadas, aunque estudios realizados nos demuestran que incluso est dato tiene una gran variabilidad, en función de la frecuencia con que se cambien las compresas. 

El método más exacto consiste habitualmente en la medición de los niveles de hierro y de ciertas sustancias transportadoras de este metal, ya que tiene una correlación con las pérdidas que se han producido con la regla.

Una menorragia no tiene por qué durar más días, sino que lo más usual es que dure lo mismo pero que se pierda más sangre; esta pérdida de sangre es mucho mayor en los primeros dos días de la regla.

Causas. (menorragia)

En algunos casos, la menorragia puede ser debida a la falta de ovulación, la cual comporta habitualmente una alteración de la función hormonal que favorece la hemorragia; este es el caso más habitual de las grandes pérdidas menstruales que se pueden producir cuando se inicia la menopausia. En otros casos, usualmente los menos, se trata de algún defecto genital como la presencia de pólipos, fibromas, miomas o incluso cáncer. Un tercer grupo estaría causado por la utilización de dispositivos intrauterinos, que al irritar la mucosa uterina provoca un aumento de la cantidad de menstruación. Las infecciones genitales (vaginales, uterinas, ováricas) contribuyen también al aumento de la sangre menstrual. En otros casos se debe a alteraciones de la coagulación sanguínea.

Hay un proceso en la menstruación excesiva que cronifica el problema. Las grandes pérdidas de sangre provocan una deficiencia de hierro, y la deficiencia crónica de hierro provoca a su vez un aumento de la cantidad de sangre menstrual. En estos casos se recomienda tomar suplementos de hierro, en forma de alimentos y preparados de fácil absorción.



La menopausia 

Los tratamientos alternativos de la menopausia sufren bastantes críticas. Las opiniones suelen ser extremas, ya que mientras unos piensan que no sirven para nada y que sólo son charlatanerías propias de curanderos, sin base científica, que responden al llamado 'efecto placebo' (se cura por la confianza en el remedio y no por el remedio en sí), en el otro lado hay profesionales del naturismo que creen poder solucionar todos los problemas administrando una gran cantidad de medicaciones naturales y evitando el tratamiento hormonal de sustitución (los parches de estrógenos). Ni una ni otra visión del problema son exactas, ya que el tratamiento ortodoxo de la menopausia deja muchas lagunas y, por otra parte, los complementos naturales no están exentos de efectos secundarios.

Conviene, pues, adoptar una postura centrada y realista ante un problema que es mucho más complejo de lo que parece en principio, a pesar de ser un proceso natural que sufre toda mujer al acabar su edad fértil.

El vitalismo

La medicina naturista, como muchos otros métodos alternativos, considera que el organismo tiene en su poder todos los mecanismos y factores que aseguran una buena salud y que si éstos se presentan en las proporciones adecuadas es capaz de curarse a sí mismo y prevenir la enfermedad antes de que aparezca. Esta postura se denomina 'punto de vista vital de la salud' y es la base fundamental del tratamiento alternativo. De forma muy breve podemos decir que los factores que influyen en la vitalidad son los siguientes:

Nutrición adecuada.
Equilibrio emocional.
Medio ambiente limpio.
Ejercicio adecuado.
Estado de armonía espiritual.
Herencia genética adecuada.

Cuando una mujer que llega a la menopausia acude a la consulta del médico naturista hay que evaluar su dieta, su estilo de vida, su estado emocional y el tipo y la cantidad de ejercicio que realiza. Como hemos explicado, según el vitalismo todos estos factores tienen mayor impacto sobre la salud que los niveles de estrógenos que circulan por la sangre.

La ley natural

Otro factor de gran importancia en la menopausia es la llamada 'ley natural', que se podría explicar en términos de la medicina tradicional china. En El canon del Emperador Amarillo, un libro escrito en el año 100 a.C., se describe la maduración y declinación de la fertilidad de la mujer en fases de siete años: 'A la edad de siete el qi (energía) de los riñones en la mujer es fuerte, se reemplazan los dientes y el pelo es largo. A la edad de catorce la función reproductora madura, las reglas empiezan a aparecer y es el momento en que se puede empezar a tener hijos'. Y así, en ciclos de siete años describe las diferentes fases de la vida, de forma que más adelante podemos leer: 'A los 42 la fertilidad se desvanece, los caminos de la tierra se cortan, el cuerpo se empieza a deteriorar y ya no se pueden tener hijos con facilidad. A los 49, el qi esencial se debilita, la menstruación se vuelve irregular y finalmente se para'. Estos ciclos de siete años continúan hasta la muerte. Como conclusión nos dice el texto: 'Esto representa el curso natural y normal de desarrollo y declinación'.

El inicio de la maduración física y posteriormente las fases de deterioro son parte de las variaciones cíclicas que afectan a toda materia viva en el planeta. La menopausia en la mujer es una de éstas. La medicina alternativa no ve la menopausia como una enfermedad de deficiencia que necesita tratamiento, sino como un suceso normal, incluso deseable, que algunas mujeres describen como placentero.

Por desgracia, muchas mujeres en nuestra sociedad creen firmemente que tienen una enfermedad llamada 'menopausia' y que por ello están obligadas a tratarse; esta creencia, por otra parte, la comparten muchos ginecólogos que recomiendan de forma sistemática el tratamiento hormonal sustitutorio.

El tratamiento de la menopausia por la medicina alternativa consiste básicamente en tratar los problemas presentes y prevenir posibles enfermedades degenerativas.

El naturismo considera negativo administrar medicamentos, naturales o no, si no existe ningún problema. Como la menopausia es un suceso natural en la vida de cualquier mujer deberemos respetarlo si no causa problemas. Muchas mujeres lo consideran un momento difícil y quizás en estos casos un tratamiento puede estar indicado, pero siempre valoraremos la postura de cada persona, ya que mientras algunas mujeres están asustadas por tener que tomar una medicación sintética durante el resto de sus vidas o durante muchos años, otras no tienen ningún problema en aceptarlo. Para todas aquellas que rechazan la medicación sintética o para las que estos remedios ortodoxos pueden crear problemas, la medicina alternativa resulta una respuesta muy interesante.

Problemas que acompañan a la menopausia

Sistema cardiovascular.

Aunque la mujer está menos sometida al riesgo de padecer este problema, con la reducción de los niveles hormonales conjuntamente con la dieta y el ejercicio deficientes, a partir de la menopausia las mujeres tienden a equilibrar su riesgo cardiovascular con el de los varones.

Digestión y osteoporosis.

Tanto la digestión como la posterior asimilación de los alimentos tienen mucha importancia en el desarrollo de la osteoporosis y, secundariamente, de muchas otras enfermedades degenerativas. La orientación dietética se recomendará a toda persona con menopausia, ya que no se trata de un tratamiento en el sentido estricto, sino de un consejo de salud general.

Para prevenir la osteoporosis hay que entender primero cuál es su causa. Una de sus raíces está en la absorción deficiente de los iones bivalentes como el calcio y el magnesio, absorción que tiende a declinar progresivamente. Sólo si existe un gran número de factores de riesgo que predisponen a la osteoporosis convendrá hacer un estudio sobre la densidad ósea. No obstante, también las exploraciones diagnósticas pueden tener un riesgo para la salud, por lo que sólo cuando el beneficio es netamente mayor que el riesgo deberían realizarse.

Síntomas de la menopausia

Sistema nervioso autónomo 

Palpitaciones del corazón
Picores en la piel
Sofocos
Sudores nocturnos


Físicos 

Alergias a los alimentos
Aumento de peso
Ausencia de regla
Calambres en las piernas
Crecimiento de vello en la cara
Dolor de cabeza y migraña
Dolores en las articulaciones
Dolores óseos
Fatiga
Flatulencias intestinales
Incontinencia de orina
Insomnio
Malestar del estómago
Menstruación irregular
Náusea e intranquilidad
Orina frecuente
Pérdida de cabello y de su vitalidad
Pérdida de libido
Pérdida de masa ósea  (osteoporosis)
Piel seca
Retención de líquidos
Sequedad vaginal
Tensión y dolor en los pechos
Varices


Mentales y emocionales

Ansiedad, aprensión
Cambios del humor
Depresión
Irritabilidad
Sensación de abandono


Tratamiento

Para las mujeres con menopausia que se encuentran bien hay unas pocas plantas medicinales o suplementos que pueden ser de utilidad y que no se consideran tratamientos de intervención. En estos casos se hará énfasis en la prevención de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como por ejemplo la osteoporosis, la angina de pecho o el cáncer. Todas estas enfermedades pueden prevenirse con cambios en el estilo de vida. En el caso de que existan hábitos que predisponen específicamente a ciertas enfermedades degenerativas (como por ejemplo el hábito de fumar), deberemos insistir en que aparte de eliminar o reducir estos hábitos hay que tomar suplementos dietéticos.

Es evidente que no podemos hablar de todas las plantas que pueden ser útiles en el tratamiento de la menopausia, ya que son muchas. Por ello hemos escogido algunas bastante conocidas.

En general diremos que no es recomendable automedicarse con estas plantas, especialmente aquellas de mayor potencia terapéutica, porque podemos sufrir también efectos indeseables o secundarios si no se prescriben correctamente, si se toman durante excesivo tiempo o si se administran en dosis demasiado elevadas.

En primer lugar, cabe tener en cuenta que la acción de los estrógenos vegetales no es la misma que la de los estrógenos sintéticos. Además, no son prescritos de la misma manera que los sintéticos, que suelen ingerirse durante largos períodos de tiempo o incluso de por vida. No existe una investigación sobre la capacidad de los estrógenos vegetales para incrementar la densidad de los huesos, por lo que las mujeres que padecen de osteoporosis deberán complementar el tratamiento con otras medidas que prevengan el desarrollo de este trastorno.

Existen diversos estrógenos vegetales que actúan sobre diferentes tejidos y síntomas propios de la menopausia. Por ejemplo, la salvia es muy útil en caso de sofocos, pero no contra la sequedad vaginal, ya que en general tiene un efecto secante, mientras que la cimífuga es útil en ambos casos, pero no ejerce un efecto sobre el insomnio o el nerviosismo en cuyo caso recomendamos el lúpulo. Para discutir estas diferentes acciones hemos dividido las plantas según su acción principal.

Tratamiento con fitoestrógenos

Son sustancias presentes en muchos vegetales, con acción similar a los estrógenos. Su actividad varía mucho, desde los más potentes a los de efectos muy débiles.

Como podemos ver en la tabla adjunta, algunos alimentos muy comunes contienen fitoestrógenos. Desde un punto de vista científico no se sabe hasta qué punto pueden reducir los síntomas de la menopausia y, por si fuera poco, las bacterias intestinales pueden destruir parcial o totalmente los fitoestrógenos vegetales e inactivarlos.

Alimentos que contienen fitoestrógenos

Ajo
Alfalfa
Arroz
Avena
Canela
Cebada
Centeno
Cerezas
Ciruelas
Clavo de olor
Flores de saúco
Granada
Guisantes
Judías secas
Judías verdes
Levadura de cerveza
Lúpulo
Manzana
Patata
Raíz de perejil
Regaliz
Ruibarbo
Salvia
Semillas de anís
Semillas de girasol
Semillas de hinojo
Semillas de sésamo
Soja
Trigo
Zanahorias


Fitness acuático para embarazadas
Durante el embarazo el organismo de la mujer experimenta diversas modificaciones que afectan a los sistemas circulatorio y respiratorio, a los aparatos urinario y digestivo, al metabolismo, y a la forma y postura del propio cuerpo.

Los objetivos del programa acuático para embarazadas, habitualmente denominado matronatación, son ayudar a la mujer a superar, en la medida de lo posible, las molestias físicas inherentes a la gestación y complementar las actividades físicas orientadas a la preparación para el parto.

Está demostrado que la actividad física moderada durante el embarazo es beneficiosa. Además, el hecho de realizarla en el medio acuático comporta una serie de ventajas.

En primer lugar, la flotación reduce ostensiblemente la sensación de carga y las piernas no están obligadas a soportar todo el tiempo el peso del cuerpo. Precisamente esta reducción del peso permite realizar los movimientos con una mayor amplitud, lo que favorece la movilidad de las articulaciones y la tonificación de los músculos. 

La ayuda del agua es cada vez mayor a medida que aumenta el peso en los últimos meses de embarazo. Por otro lado, estas actividades se llevan a cabo en agua a una temperatura bastante alta, lo que facilita la circulación sanguínea, en especial el retorno venoso. Hacerlo en agua fría sería contraproducente porque la reacción del organismo al frío es la contracción.

En contra de lo que podría creerse, la actividad física moderada no aumenta el riesgo de aborto durante los tres primeros meses del embarazo. En cualquier caso, antes de comenzar con un plan de ejercicios, la mujer, sea deportista o sedentaria, deberá consultar al médico y contar con su autorización. Asimismo, el momento de interrumpir el ejercicio dependerá de su estado físico y del criterio de su ginecólogo.

En términos generales, la actividad deportiva de la mujer embarazada depende de las condiciones previas de cada caso, y en concreto del nivel de condición física y del tipo de actividad que había llevado a cabo hasta entonces. De hecho, se recomienda seguir con la actividad habitual, aunque modificando la intensidad y la duración.

El riesgo de la actividad física intensa

Un ejercicio físico intenso puede ocasionar daños al feto, ya que en condiciones de máxima exigencia el organismo rápidamente necesita consumir glucosa, que es el alimento primordial del bebé. Además, la actividad enérgica origina una redistribución importante del flujo sanguíneo, que se traduce en un menor aporte de sangre al útero y la consiguiente falta de oxígeno para el bebé.

El tipo de ejercicio que se realiza en los cursos de matronatación se adecua a cada período de la gestación. Así, al inicio, el trabajo predominante es la potenciación muscular. En cambio, cuando la mujer se encuentra cerca del parto incide más en los ejercicios respiratorios y de relajación.

El objetivo de estos cursos no es que la alumna aprenda a nadar. La gestación no es una etapa de la vida recomendable para hacerlo, porque en muchas personas este aprendizaje suele comportar momentos de más o menos ansiedad. Por esta razón, las mujeres con un nivel muy bajo de natación realizan los ejercicios exclusivamente en piscinas o zonas de la piscina poco profundas, mientras que quienes saben nadar tienen la posibilidad de ampliar el repertorio de ejercicios trabajando en aguas profundas.

La labor del monitor que dirige la sesión es muy personalizada; por un lado porque difícilmente se puede dar la coincidencia de que todas las alumnas se encuentren en el mismo período de gestación y, por otro, porque habrá mujeres con problemas circulatorios, otras con problemas lumbares, ciática, varices, etc. Además, la ejecución correcta de los ejercicios y la coordinación del gesto con la respiración son aspectos fundamentales para evitar molestias y, en general, para el cumplimiento de los objetivos; de ahí que sea tan importante la atención individual. Y es por esta razón que se trabaja en grupos reducidos. Las clases duran entre 30 y 45 minutos, y tienen una frecuencia de dos o tres sesiones semanales.

                                                                                                           
Beneficios del ejercicio físico moderado durante el embarazo
- Previene un aumento excesivo de peso.
- Mantiene la condición física.
- Conserva el tono muscular.
- Mejora la calidad del sueño.
- Aumenta la autoestima.
- Prepara para el parto
- Facilita el posparto.
                                                                          

                               

Elementos de trabajo

Relajación

Es sabido que durante el parto se aconseja aprovechar los períodos entre contracciones para relajarse. Si no se consigue la relajación, los músculos (incluyendo la musculatura uterina) estarán en contracción, con el consiguiente gasto de energía que esto representa, y más si tenemos en cuenta que el período expulsivo dura entre veinte y cincuenta minutos. Por otra parte, gracias al control sobre el propio cuerpo que proporciona, la relajación permite captar los cambios de tensión de la musculatura del útero. En definitiva, cuanto mayor es el dominio del propio cuerpo, más se puede controlar el esfuerzo del parto.

Los ejercicios de relajación en el agua se llevan a cabo en posiciones cómodas, por ejemplo flotando sobre la espalda, utilizando material auxiliar para facilitar la posición. Para ello el curso se desarrolla en horarios de poca afluencia de público o en piscinas aparte, para que no se perturbe la relajación.

Respiración

Durante el embarazo existen varios factores que influyen en el sistema respiratorio. Por un lado, el útero se ensancha y desplaza el diafragma, hecho que comporta una reducción 'mecánica' de la capacidad pulmonar. Además, las hormonas liberadas durante el embarazo pueden hacer que el cuerpo sea más sensible al dióxido de carbono, lo que a su vez puede adelantar la aparición de la fatiga en caso de actividad vigorosa. 

Por otro lado, el consumo total de oxígeno en el organismo aumenta progresivamente debido al metabolismo del feto, pero también al de la placenta, el miometrio y la glándula mamaria, tres órganos que experimentan un gran desarrollo. 

A la disminución de la capacidad respiratoria hay que añadir el hecho de que la respiración es un elemento importante durante el parto porque permite soportar mejor las contracciones y empujar mejor cuando es necesario.

En el programa de ejercicios acuáticos para embarazadas se enseña a diferenciar los tipos de respiración (abdominal o torácica), las intensidades de la respiración (superficial o profunda) y a combinar estos dos elementos. 

Resistencia aeróbica

El sistema circulatorio de la madre aporta el oxígeno y los elementos nutritivos para el feto. La mayor o menor capacidad del sistema cardiovascular durante el embarazo tiene una importancia fundamental porque, además de facilitar el trabajo del aparato respiratorio y prevenir el exceso de peso, de ella depende la cantidad de sangre rica en oxígeno que reciba el feto.

Para desarrollar el sistema aeróbico se recomienda trabajar entre el 50 y el 70 de frecuencia cardíaca máxima, es decir entre 120 y 140 pulsaciones por minuto. La duración de las sesiones para que se produzca mejora oscila entre 15 y 60 minutos, en función del estado físico de cada mujer en particular y de las pausas previstas. Algunas mujeres alcanzan las 140 pulsaciones por minuto nadando 12 m a baja intensidad. Otras, en cambio, pueden llevar a cabo un nado constante sin pasar de 120. 

Trabajando aeróbicamente conseguiremos que el aporte energético provenga principalmente de los lípidos y que la sangre que llegue al feto sea rica en oxígeno. 

Tonificación muscular

Los ejercicios de tonificación muscular que se llevan a cabo en fitness acuático se centran principalmente en las piernas, la región de la cadera, el abdomen y la espalda. A continuación, veremos uno de los problemas más habituales de las embarazadas, la lumbalgia, y los ejercicios que, gracias a la posibilidad de trabajar en el medio acuático, se pueden realizar para contrarrestar el dolor.

El sedentarismo y el reposo son factores que favorecen la aparición de dolor de espalda. Algunas mujeres deben guardar reposo durante el embarazo por prescripción del obstetra. Otras, en cambio, lo hacen por aprensión, desidia o falta de información, sin justificación médica alguna. El reposo propicia la adopción de posturas incorrectas y provoca una pérdida de fuerza y masa muscular, y en consecuencia aumenta la probabilidad de sobrecargas y lesiones musculares. 

Durante el embarazo muchas mujeres padecen dolor en la zona lumbar debido al aumento de peso y volumen del útero, que provoca el desplazamiento del centro de gravedad corporal. Esto obliga a la embarazada a controlar el equilibrio mediante una hiperextensión de la región lumbar (es decir, arqueando los riñones). La posición modificada aumenta la carga que soporta la columna vertebral y obliga a los músculos lumbares a realizar un esfuerzo superior al habitual, lo cual se traduce en contracturas y dolores en esa zona.

Esta tendencia se ve favorecida por la relajación abdominal y por el hecho de que ya antes del embarazo la musculatura abdominal y de la espalda carecieran de tonicidad.

Flexibilidad

Los ejercicios de flexibilidad se centran básicamente en las articulaciones coxofemorales y sacroilíaca, que son las más relacionadas con el parto.Tan importantes como la ejecución del movimiento son la coordinación y el aprovechamiento de las fases respiratorias.

                                                                                                           
Deportes que deben evitarse durante el embarazo
- Deportes con riesgo de colisión: saltos, equitación, deportes de equipo con balón, etc.
- Deportes con riesgo de caída: esquí, ciclismo, patinaje, etc.
- Deportes en apnea: submarinismo.
NOTA: También debe evitarse la actividad física en altitudes superiores a los 1 600 m.