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Cardiología

Los trastornos y enfermedades del corazón se caracterizan por un envejecimiento prematuro del sistema cardiovascular, observable tanto en el músculo cardíaco como en los vasos coronarios, es decir, aquellos que irrigan el corazón.

Agentes perjudiciales para el sistema cardiovascular

El colesterol

El colesterol es la plaga de la sociedad moderna y es una de las grandes causas de mortalidad cardiovascular. Esto se debe a que en las arterias de nuestro cuerpo se pueden crear depósitos de colesterol (que es una grasa espesa) que pueden llegar a obstruirlas y producir problemas como el infarto.

Sin embargo, el colesterol es un elemento necesario para la vida, ya que sirve para digerir las grasas de los alimentos y para sintetizar adrenalina (la hormona del estrés) y hormonas sexuales. Por lo tanto, un buen control del colesterol es importante de cara a prevenir muchas enfermedades de la sociedad moderna, pero tampoco es bueno tenerlo demasiado bajo. Tener colesterol es necesario, pero tenerlo elevado es indeseable.

Hasta hace poco se consideraba un caso de colesterol elevado cuando las cifras de los análisis detectaban más de 200 mg/ml (6 mml/ml). Sin embargo, estas cifras han ido reduciéndose en los últimos años, ya que una cosa es el colesterol normal en la población y otra el deseable. Antes se consideraba que el colesterol se debía mantener por debajo de 245 mg; unos años más tarde se rebajó la cifra a 220, y hoy está en 200, pero algunos médicos opinan que debería estar por debajo de 180. No hay consenso.

Causas del colesterol elevado.

La principal causa del colesterol elevado es la alimentación; y la alimentación occidental moderna es la gran culpable, sobre todo por el gran consumo de grasas de origen animal, de tipo saturado, a que nos tiene acostumbrados. La ingesta de grasas saturadas se ha multiplicado por tres o por cuatro en los últimos setenta años y los niveles de colesterol, en consecuencia, se han elevado también.

Sin embargo, una dieta rica en grasas saturadas y colesterol no es la única responsable del aumento de la tasa de colesterol en la sangre. El consumo de margarina sin colesterol también lo aumenta; y es que las margarinas son grasas saturadas artificialmente, con ácidos grasos en disposición trans; una disposición anómala en la naturaleza. Otra de las causas de la elevación del colesterol es el consumo de carne. Por muy magra que ésta sea, la proteína que contiene es capaz de elevar los niveles de colesterol. Los dietistas estadounidenses, después de clamar contra la grasa saturada durante décadas, han advertido que las proteínas, de las cuales nuestra dieta es excesiva, también son graves responsables de este problema. El consumo de aceites vírgenes de primera presión en frío y de vegetales oleaginosos puede mejorar el colesterol, porque las grasas de calidad desplazan a las malas (productoras de colesterol).

Sin embargo, existe una confusión general en cuanto al colesterol bueno y el colesterol malo; muchos creen que por tener colesterol bueno no tienen ningún riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Vamos a aclarar estos conceptos.

El colesterol es una lipoproteína; una especie de bolita de grasa con una cobertura de proteína. Podríamos decir que el colesterol circula por nuestra sangre formando pompas o glóbulos de grasa. Estos globos de grasa pueden ser muy grandes, grandes, pequeños o muy pequeños, lo cual se corresponde con el colesterol de muy baja, baja, alta o muy alta densidad. Cuanto más pequeño sea el globo, más alta será su densidad o peso específico. Es mejor tener una proporción elevada de globos pequeños que de grandes, ya que los pequeños son el colesterol 'bueno' y los grandes el 'malo'. Pero vamos a dar otra explicación más sencilla: un globo de grasa muy grande posee mucha grasa y poca envoltura proteica, mientras que un globo de grasa pequeño tiene menos grasa y más proteína. Por lo tanto, lo que cuenta en realidad es la cantidad total de colesterol que tenemos, independientemente de que éste sea bueno o malo. Otra cosa que debe tenerse en cuenta es que nuestro cuerpo necesita de estos dos tipos de colesterol, ya que cada uno cumple unas funciones específicas en el metabolismo corporal. Si sólo tuviéramos colesterol del bueno y nada del malo, tampoco podríamos vivir. La bondad o maldad del colesterol es muy relativa y sólo depende de las proporciones que haya entre un tipo y otro.

Otro de los factores importantes -a los cuales no se les da demasiada importancia- es el de la frescura del colesterol de los alimentos. Se ha visto que la agresividad del colesterol frente a nuestras arterias depende de su grado de oxidación. El oxicolesterol (o colesterol oxidado) tiende a depositarse en nuestras arterias, mientras que el no oxidado no suele hacerlo con tanta facilidad. Los procesos de conservación de los alimentos oxidan las grasas, entre ellas el colesterol. De esta manera, es más agresivo para las arterias un producto a base de yema de huevo desecada y de baja calidad que una yema de huevo recién puesta por una gallina que ha comido maíz. En este sentido, la calidad y frescura de los alimentos con colesterol es muy importante.

Muchos aspectos de la industria alimentaria hacen que los alimentos que tomamos tengan factores de nocividad especiales. Por ejemplo, en un estudio realizado en la década de 1960 se comprobó que el consumo de leche de vaca sin pasteurizar, sin hervir y sin homogeneizar subía menos el colesterol que la leche procesada. Sin embargo, la primera comporta un riesgo sanitario, porque es conveniente hervir la leche para eliminar los gérmenes patógenos; pero no es necesaria su homogeneización, que consiste en ultrafiltrar la leche para que no forme partículas gordas de grasa ni la nata sobrenadante tan típica de la leche natural de vaca hervida en casa. Al hacer que las partículas de grasa sean mucho más finas, se favorece su absorción intestinal y es mayor su nocividad. Existen bastantes estudios realizados por especialistas estadounidenses al respecto. Sin embargo, hoy en día toda la leche que consumimos embotellada o envasada está homogeneizada.

Otras fuentes del colesterol.

Una parte del colesterol que circula por nuestro cuerpo no viene directamente por la vía alimentaria, sino que lo sintetiza nuestro organismo; especialmente el hígado, que puede fabricar unos dos gramos diarios. Existen, sin embargo, personas que son verdaderas fábricas de colesterol y que incluso haciendo una dieta correcta sufren este problema. Los médicos no se ponen de acuerdo en cuál es la implicación dietética del colesterol y qué porcentaje tiene la implicación genética, pero parece ser que ambas tienen influencia.

Síntomas.

Uno de los problemas de las personas con colesterol elevado es que no presentan síntomas. Incluso cuando existen lesiones ateroscleróticas importantes que pueden producir un infarto o problemas que pueden acabar con la vida del individuo, puede que no haya ningún síntoma y que la persona se encuentre perfectamente o, en todo caso, como siempre. Por este motivo es tan importante hacerse valoraciones rutinarias del colesterol, por ejemplo, cada dos o tres años a partir de los cuarenta años, si no hay ninguna alteración importante.

Medidas que evitan el aumento del colesterol.

La primera medida es dietética. Debemos hacer una dieta cardiosaludable que reduzca sensiblemente las grasas y proteínas animales, que no tenga un exceso de energía (o sea, que no nos engorde) y que tenga abundancia de cereales integrales y de fibra dietética, que está presente en frutas y verduras, verdaderos desengrasantes de nuestro organismo.

El estilo de vida es también muy importante, porque algunos hábitos como el tabaquismo oxidan el colesterol de forma más rápida y la vida sedentaria ocasiona una mayor patología de las arterias que facilita el depósito del colesterol.

Una dieta con orientación vegetariana y unos hábitos de vida correctos son el elemento básico para nuestra salud cardiovascular.

Suplementos alimentarios

Estos suplementarios se añadirán en función de los niveles de colesterol, más o menos elevados.

Suplemento: Dosis

Ajo: Un diente al día o la cantidad equivalente de las presentaciones farmacéuticas
Lecitina de soja:  Dos cucharaditas al día, en las comidas
Alfalfa: Tomar alfalfa germinada de manera regular. Es un alimento delicioso y fácil de preparar
Germen de trigo: Dos cucharaditas al día, en las comidas
Cúrcuma:  Media cucharadita diaria de la especia en polvo, con un poco se agua o en las comidas
Cápsulas de aceite de pescado (EPA): De dos a ocho cápsulas diarias

Tabaco

El tabaco es una de las plagas de la sociedad moderna, y destaca como una de las principales causas de mortalidad en los países desarrollados. Desde un punto de vista médico, es una droga con un grado de adicción muy elevado, mayor incluso que el de muchas drogas ilegales. 

La problemática del tabaco sobre la salud se centra en dos aspectos principales: la nicotina, la droga más potente del tabaco que, además de provocar la citada adicción, disminuye el calibre de las arterias, facilitando muchas enfermedades cardiovasculares, y el alquitrán (presente también en el papel de los cigarrillos), que al 'asfaltar' literalmente nuestra mucosa bronquial, es el gran responsable del cáncer de pulmón y de la mayoría de las restricciones respiratorias que sufren los grandes fumadores.

Entre los aspectos nocivos del tabaco no sólo está el tabaco propiamente dicho, sino también el papel que lo envuelve, que es la principal fuente de alquitranes y de otras sustancias químicas. Muchos cigarrillos contienen solamente de un 90 a un 95 de tabaco, siendo el resto del contenido sustancias aromatizantes añadidas, de las que se habla poco al evaluar su peligrosidad.

No es conveniente dejar el tabaco normal para pasarse al light, porque las compañías tabaqueras tienen bien estudiada su composición para hacer que el fumador de light fume más cigarrillos y al final consiga su dosis habitual de nicotina.

A continuación ofrecemos algunos consejos para dejar de fumar:

Tomar la decisión.

Lo primero que debe hacer una persona fumadora que desea dejarlo es proponérselo de forma decidida y empezar a aplicar su decisión -el movimiento se demuestra andando. Si la persona está pasando una temporada especialmente tensa, puede plantearse un día y una hora para empezar a dejar de fumar; pero luego deberá cumplirlo a rajatabla.

Dejarlo definitivamente.

Los estudios científicos demuestran que reducir el consumo de cigarrillos no sirve de nada, ya que fácilmente se vuelve a recuperar el hábito de fumar más. Lo que realmente sirve es dejar de fumar definitivamente, pero para ello se necesita tener una voluntad firme.

Dar a conocer la decisión.

Para obtener apoyo es importante dar a conocer nuestra decisión a nuestras amistades, de forma que si no cumplimos con nosotros mismos, sean nuestros allegados quienes nos lo recuerden; a ser posible de forma insistente.

Pensar en los demás.

Fumar no sólo es nocivo para el fumador, sino también para quienes le rodean (los denominados 'fumadores pasivos'). Quizás una buena actitud sea convertir el hábito en clandestino o semiclandestino. No es conveniente fumar delante del cónyuge, de los hijos o de los padres. Deberíamos mantener ciertas habitaciones de nuestro domicilio libres de humos. La sala de estar deberá ser una de ellas, y las habitaciones donde duermen los no fumadores también. Aunque parezca de risa, se debería volver a fumar de escondidas y en una habitación con las ventanas bien abiertas, como a los catorce o quince años.

Tomar conciencia.

Es importante hacer consciente el acto de fumar. Si nos fijamos un poco, veremos cómo el fumador empedernido enciende los cigarrillos sin darse cuenta, sin un propósito determinado. Si conseguimos que el acto automático de sacar la cajetilla y encender el cigarrillo se haga consciente, habremos dado un primer paso. Pero para ello se requiere algo más que la voluntad de acordarse: hay que anotarlo en una libretita. En esta libretita se apuntará la hora y la razón por la cual se enciende el cigarro. La mayoría de veces no encontraremos ninguna razón específica, y poco a poco nos daremos cuenta de que fumamos sin saber por qué.

Bibliografía: Atlas de anatomía: mosby